Tributo al Hno. William Sill
por -Cuando me enteré del fallecimiento del Hno. Sill, sentí el deseo de compartir con otros un poco de la historia de este maravilloso santo de los últimos días, que tanto amó y sirvió a nuestro país. Nació en Las Vegas, Nevada el 30 de julio de 1937 y sirvió como misionero en la Argentina desde 1958 hasta 1961. En Mendoza conoció a la que sería su esposa la Hna. Nélida Salinas. Luego de su matrimonio se mudaron a Provo, Utah para que pudiera completar su graduación en BYU en 1963. Los siguientes cinco años mientras estudiaba en Harvard, conducía un taxi por las noches para poder sostener a su familia que crecía.
En 1968 se doctoró en geología y paleontología. Trabajó luego como profesor asociado en la universidad de Yale, hasta 1970 cuando regresó a la argentina para trabajar como paleontólogo cerca de la cordillera y especialmente en la región de San Juan, mas precisamente en la región denominada “Ischigualasto”, que traducido es “Valle de la Luna”. Allí encabezó los esfuerzos para hacer de este lugar un parque nacional, su dedicación hizo que los lugareños lo bautizaran como “el gringo de los huesos”.
Sobre él nos dice el ingeniero Ricardo Basualdo, ex ministro de economía de San Juan: “Así conocí a William Sill y en ese momento nació nuestra amistad. Nos presentaron, cambiamos ideas, y surgió su designación como mi asesor científico, función que cumplió maravillosamente. Colaboró con la elaboración de la ley que declaró “parque” al Valle de la Luna. Pero William Sill hizo mucho más por San Juan. A su esfuerzo, no solo intelectual sino también físico, consecuencia del accidente que le provocó su caída de un mular, se le debe la declaración de patrimonio de la humanidad por la UNESCO de Ischigualasto y San Guillermo. San Juan, le debe a William Sill el reconocimiento que no le dio en vida y que va más allá del deseo de su hijo de que sus cenizas descansen en Ischigualasto.” (Diario de Cuyo 26 de marzo de 2008).
Dice su obituario que también enseñó religión en el instituto Buenos Aires, (mormón). Traduzco: “Sus enseñanzas sobre Dios y la ciencia brindaron gran luz a sus amigos, él ayudó a imaginar que Dios era, -por cierto- el más grande científico, con perfecto conocimiento de todas las verdades y leyes que gobiernan el universo.”
Quisiera agregar que aquellos que tuvimos el privilegio de ser sus alumnos en instituto gozamos de su maravilloso testimonio, y sus diáfanas enseñanzas sobre temas como la deidad, el plan de salvación, la caída, la concepción de Jesús, el milenio, las dispensaciones del evangelio, etc. Para una generación que había sido llamada por el profeta de Dios “cada joven un misionero” (pte. Kimball, marzo de 1975), tener un maestro como “Bill” fue una experiencia maravillosamente enriquecedora.
En 1978 volvió a Estados Unidos donde enseñó geología, pero su amor por Argentina lo trajo nuevamente en 1992, trayendo a dos de sus nietos Jessica y Joscelyn. En 1990 se le diagnosticó “distrofia muscular”, lo cual le quitaba movilidad. Pero esto no lo detuvo y continuó sus expediciones en búsqueda de fósiles de dinosaurios en Ischigualasto.
En 1999, después de toda una vida de trabajo, y varios viajes a París para testificar de su valía, logró su sueño, al ser declarado el parque nacional Ischigualasto (Valle de la Luna) como patrimonio de la humanidad. Con este nivel de protección es hoy, el sitio mas visitado en la provincia de San Juan.
William Sill pasó al otro lado del velo el 15 de marzo de 2009, debido a una enfermedad pulmonar; su hijo argentino Bill, -también científico- relata que lo último que dijo antes de perder el conocimiento por su enfermedad fue “Ischigualasto”.
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